Actualmente se reconoce que la leche de la madre es el mejor alimento que puede ofrecerse al bebé ya que no sólo cubre su necesidad de nutrientes, sino que además ayuda a afianzar el vínculo entre ambos. La leche también protege a la cría, cuyo sistema inmune está muy inmaduro cuando nace, frente a posibles enfermedades. Por otra parte, se considera que salvo excepciones muy concretas, cualquier mujer sana que haya sido capaz de llevar un embarazo a término está igualmente capacitada para amamantar a su cría sin ningún otro problema. De esta manera, la recomendación de la Organización Mundial para la Salud (OMS) para un correcto desarrollo infantil es la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida del bebé, momento en el que pueden empezar a ofrecerse alimentos seguros y apropiados a esta edad (hablaremos de ello en otro post) manteniendo la lactancia siempre que sea posible hasta los dos años de edad o incluso más si la madre y el niño así lo desean (1). Sin embargo en muchos casos esto se vuelve misión imposible. A veces por desinformación, otras por las condiciones laborales, también por dificultades que a algunas madre les resultan insalvables (ingurgitaciones, mastitis…).
En mi caso, yo estaba convencida de que al ser la lactancia algo natural podríamos llevarla a cabo desde el minuto uno sin ningún problema, de hecho me imaginaba en la boda de nuestros amigos P&F (prevista para una semana después de muestra salida de cuentas) dándole el pecho a mi chiquitina sin más problema.
Nada más dar a luz nuestra matrona me dejó a la peque sobre el pecho, en cuanto pasamos a la cama, me explicó como debíamos estimularla para que ella sola encontrase el pezón, y lo hizo, al poco de haberse estrenado en este mundo su boca había encontrado la fuente que tenía que alimentarla. Parecía que todo iba a ir muy bien, pero creo que se torció cuando mi madre apareció en nuestra habitación a las 7:30 de la mañana dejándonos dormir a penas hora y media. Entonces no nos sobraba nadie, nos apetecía compartir con la familia este momento tan especial. No nos importó que todos la cogieran en brazos. Pero yo sí me di cuenta al cabo de unas horas de que mi bebé no olía a «ella» sino a una mezcla de los perfumes de todos los que la habían cogido y fue mucho peor después de bañarla a las 48 horas de nacer. No la reconocía. Entonces no quise darle importancia. La niña dormía sin quejarse, intentaba fijarme si hacía algún gesto para pedir el pecho pero no lograba distinguir esas señales «tempranas» de las que nos hablaron en el grupo de preparación al parto, de hecho casi ni lloraba a pesar de llevar rato sin mamar y así yo no sabía cuando ponerla a comer, ni tampoco en qué postura. Lo que me pareció tan fácil en el cuarto donde nació me resultaba imposible en la habitación. Cada enfermera me daba un consejo, diferente al de mi madre, mi suegra y mis cuñadas. Recuerdo un enfermero que vino y me pellizcó un pezón para metérselo a la niña en la boca, «Ay!» pensé. La cosa se complicaba por momentos, me agobiaban con que tenía que comer y yo estaba cada vez más agotada, cada vez más en una nebulosa. Tenía ganas de irme a casa a descansar pero allí fue peor. El pecho se me ingurgitó y era incapaz de hacer que la nena comiese. Estuvo varias horas sin comer prácticamente nada hasta que papá trajo un sacaleches y pudimos darle algo con una jeringuilla. Estuvimos tres días así, sacándome leche a todas horas para ofrecerle si no era capaz de mamar. Al tercer día conseguí que se enganchara con una pezonera. No es que me hiciera daño al mamar pero creo que la pezonera me ayudó a estimular el reflejo de succión… O quizás simplemente me dio seguridad, no sé. P&F se casaban al día siguiente, justo cuando cumplíamos 6 días como familia, pero yo no tenía energías para acompañarles. Mi idílica lactancia se había roto. Cuando la pesamos a la semana de nacer había perdido 500 gramos.
Antes de dar a luz:
Fíjate en como otras madres colocan a sus bebés cuando les dan el pecho, si no tienes amigas en tu entorno que amamanten busca vídeos en internet o acude a algún grupo de crianza. Venimos de generaciones criadas con biberón, muchas jugamos de pequeñas a darle el bibe a nuestras muñecas, pero la postura para dar el pecho es otra historia.
Nada más nacer lo que se recomienda es dejar que sea el propio bebé el que encuentre de manera espontánea el pecho, ofreciéndole una ayuda mínima. Se desaconseja actualmente introducir el pezón en la boca del bebé sin más contemplaciones. En otro post escribiré específicamente sobre este tema, para no hacer éste excesivamente largo.
La leche:
Quizás lo primero que debe tenerse en cuenta es que la leche materna va cambiando su composición, lo que la hace completamente inimitable. Durante los primeros tres o cuatro días después de dar a luz se produce el conocido calostro, una leche amarillenta muy densa y de escaso volumen (en cada mamada pueden extraerse entre 2 y 20 ml, lo que supone unos 100 ml al día). El calostro es muy rico en proteínas (Ig A y lactoferrina especialmente), vitaminas liposolubles (E, A, K), carotenos, minerales (zinc y sodio), oligosacáridos (un tipo de hidratos de carbono), gran cantidad de macrófagos y linfocitos (que protegen al bebé de posibles enfermedades) (2), es además muy baja en grasas, lo que la convierte en una sustancia de fácil y rápida digestión (3). Además, tiene un efecto laxante que ayuda a la cría a expulsar el meconio con más facilidad (2,3). También estimula la reproducción del lactobacilo bífido en el intestino del niño y lo protege de la enfermedad hemorrágica (esa para la que nada más nacer recomiendan inyectar vitamina K) y del daño oxidativo (2). Por citar sólo alguna de las bondades del calostro.
A continuación, del día 5 al 15 de vida del bebé, se produce la llamada leche de transición. En ese momento, entre los días 4 y 6, se produce un importante aumento en la producción de leche pasando de los 100 ml de producción diaria inicial a unos 600 u 800 ml/día a la semana o dos semanas de dar a luz (2). En mi cabeza de recién parida yo me imaginaba que todo el aumento del pecho se debía a la leche, por lo que cuando utilizaba el sacaleches no acaba de entender cómo sacaba tan poco y esto me angustiaba. Empezamos a leer y nos fijamos en otra cosa, el tamaño de nuestra niña: 50 cm. ¿Qué tamaño tendría su estómago al nacer? ¿El de una cereza? En estos primeros días puedes sufrir (como me ocurrió a mí) una ingurgitación mamaria si el peque mama poco, realiza tomas poco «eficaces» o no vacía los pechos. Si notas que el pecho se va hinchando actúa antes de que se redondee tanto que el bebé no sea capaz de engancharse. Este problema se produce cuando la mama comienza «a funcionar», crece porque además de llenarse de leche a su nueva función le acompaña un aumento en el flujo sanguíneo de la zona, por eso puede ser útil poner un poco de calor antes de dar el pecho (para ayudar a que la leche fluya hacia el exterior más fácilmente) y después de haberlo dado unos minutos de frío (para evitar la inflamación venosa). Si aún así le cuesta engancharse o se duerme sin acabar de vaciar el pecho lo ideal sería extraerse el resto de leche a mano (teniendo en cuenta que los primeros días la cantidad va a ser de unos pocos de mililitros) o, si no te han explicado o no sabes cómo hacerlo, con un sacaleches eléctrico o manual.
A partir de la segunda semana de puerperio aparece la leche madura que se produce como hemos visto en mucha mayor cantidad, de 700 a 900 ml/día durante el primer semestre (2). Cuenta con un color más blanco y un aspecto más líquido ya que es en su mayoría (un 90%) agua. El resto son, entre otros, hidratos de carbono, proteínas (lactoferrinas, inmunoglobulinas, bifidus facto,…) grasas, vitaminas (A, E, D, entre otras), minerales (calcio, hierro, fósforo, magnesio, potasio, fluor, zinc y otros) (2,3).
Picos de crecimiento:
Pasadas unas semanas parece que ya todo marcha a la perfección y que ya entiendes las señales con que tu bebé te pide de comer, pero de repente empieza a llorar más de lo habitual, parece que se queda con hambre. Si antes aguantaba en torno a tres horas ahora te pide cada tres minutos. Muchos te dirán que se queda con hambre y te sugerirán darle un biberón de «ayudita». Ese bondadoso biberón representa el principio del fin de muchas lactancias. La mama funciona a demanda, por lo que en ciertos momentos el bebé pide más para aumentar la producción y ajustarla a sus necesidades de crecimiento. Este hecho recibe el nombre de crisis o pico de crecimiento y suele darse en todos los bebés en momentos similares:
– A los 17-20 días de vida.
– A las 6 semanas.
– A los 3 meses. Se acompaña de un cambio en el funcionamiento de la mama, que optimiza su función produciendo la leche en el momento que el bebé se pone al pecho. El reflejo de eyección aparece a los 2 o 3 minutos de comenzar a estimular el pezón, por lo que algunos bebés se irritan al comprobar que la leche no sale tan rápida y abundantemente como antes. Muchos lloran, tironean o incluso lo rechazan.
– Al año de vida. Se puede considerar un éxito el haber llegado hasta aquí y no haber sucumbido a los purés, las papillas y demás. El ritmo de crecimiento se enlentece en este momento por lo que algunos niños pueden empezar a rechazar la comida sólida y seguir en cambio teniendo apetencia por el pecho. Aquí llueven las críticas anunciando que si no le destetas lo tendrás colgado del pecho de por vida…
– A los dos años. Sí, aquí el niño puede empezar a reclamar el pecho con mucha insistencia y ello es porque en el pecho encuentra la seguridad para enfrentar los retos que se le plantean.
Existen además dos falsas crisis de crecimiento:
– A los 4 meses: se empieza a despertar más por la noche, incluso cada 2 horas y se calma al pecho. Sin embargo no es por hambre sino porque su sueño ha cambiado y en este momento está incorporando la fase de sueño ligero de la que los recién nacidos carecen.
– A los 8 meses: comienza a darse cuenta de que es un ser individual, separado de su madre. Percibe sus ausencias y de noche reclamar constantemente el pecho es su manera de tenerla cerca.
Ninguna de estas dos situaciones se resuelve introduciendo lactancia artificial. Son fases que el bebé supera a medida que va madurando (4).
Trabajo y lactancia:
En mi opinión deberíamos luchar por prolongar la baja maternal al menos hasta el sexto mes, atendiendo a las recomendaciones de la OMS con respecto a la lactancia materna ya que no son pocas las mujeres que abandonan la lactancia al reincorporarse a su puesto laboral.
En mi caso, yo decidí reincorporarme en media jornada lo que me permitía dejar únicamente un biberón para cada tarde. Pasaba unas 5 horas sin ver a la niña y algunos días me subía la leche mientras trabajaba. Por este motivo tuve mi primera mastitis (infección asociada a una obstrucción por mal vaciamiento del pecho). Gracias a todo lo que había buceado por internet por la ingurgitación me puse manos a la solución enseguida. Me subió la fiebre a 38,5ºC, tenía tiritona, me dolía el pecho, estaba rojo, la niña no había querido comer de ese cuando había llegado a casa, pero cuando empecé a extraer la leche entendí el motivo; me di cuenta de que olía raro (como a coliflor) y sabía amarga. Al cabo de un rato veía la leche que había sacado, muy densa, con un color que no era el habitual y como con posos. En caso de mastitis el calor estaría contraindicado porque puede hacer que crezca la infección, se recomienda masajear el pecho antes de la toma (y si es posible mientras el bebé mama) y colocar al peque en diferentes posiciones para que pueda vaciarse bien todo el pecho. Si la infección se localiza en un cuadrante muy concreto se pondría al bebé de tal manera que su barbilla se apoyase sobre esa zona ya que esa zona es la que se vacía de manera más efectiva, la que queda bajo su barbilla. Además puede tomarse algún probiótico específico para la flora de la mama y si el cuadro es muy importante hay antiinflamatorios compatibles con la lactancia (el médico de familia o la matrona pueden informarte sobre esto).
Cuándo destetar:
Por mi experiencia, te conviertes en un bicho raro si continúas dando el pecho a un pequeño que ya camina. Mucha gente empieza a decirle al bebé que «Ya no hay tetita» o que «Si no comes (entendiendo comer como comida sólida) no crecerás». Yo he discutido mucho sobre esto, especialmente con mi madre, que sé que siempre puedo decirle cualquier cosa que me salga de las entrañas por muy bruta que parezca y la he mandado a la porra más de una vez cuando se ha atrevido a empezar con la cantinela o a decirle a la niña que no, que no hay teta… Pero estoy contenta, después de varios meses creo que he conseguido hacerle entender que si la niña pide teta sólo yo puedo decirle si estoy dispuesta a dársela o no, porque la teta es una cosa entre el pequeño y la madre, es algo íntimo y personal que no debería interesarle a nadie más. Mi hija tiene 20 meses, hay días que come fenomenal (ya os explicaré cómo y qué come) y que repite incluso… Hay otros días que prácticamente sólo quiere pecho. Hay días que sólo lo pide cuando tiene sueño. Tiene días, como todo el mundo, como los tengo yo y como los tiene su padre. Días diferentes. Días difíciles. Días de primos y juegos, de parques. Tiene pocos días de estar mala, pero alguno ha tenido. El pecho es ahora comida y consuelo, es cercanía. A veces sé que me lo pide simplemente porque estoy mirando el móvil y no quiere que haga eso, sino que esté con ella y le canté canciones, le haga monerías y le dé besos. A veces no quiere que alguien la coja en brazos y me lo pide, porque sabe que ahí nadie suele avasallarnos. Creo que entiendo y acepto qué es para ella el pecho y para mí eso es clave, porque a mí me encanta darle de mamar. Algunas mujeres me han descrito sus vivencias como muy negativas, por dolor algunas y otras por incapacidad para estar disponibles (porque sí, dar el pecho supone estar disponible a veces más de lo que una querría); algunas se lo quitaron por miedo a que luego les costase más, otras porque el pediatra les dijo que no comían los sólidos por «culpa» del pecho, algunas por enfermedad,… Mi madre me destetó cuando yo tenía 13 meses «Me mordías y te reías» me dice aún hoy. No lo pongo en duda, pero estoy segura de que con 13 meses no podía saber si le hacía daño. El pediatra aconsejó destetar y siguió su consejo.
Cuando todas las críticas empezaban a caer sobre mi cabeza (y más daño me hacían), comencé a plantearme cuándo sería el momento biológicamente ideal, es decir, culturalmente en nuestra sociedad el destete puede considerarse que se da a partir de los 6 meses siendo el año de vida el momento en que muchas madres deciden forzarlo si no lo ha provocado el niño. ¿Qué sería lo natural si siguiéramos siendo animales? Así llegué a una web en la que hablaban sobre el tiempo que amamantaban otros mamíferos y me quedé, no sé el motivo, con los datos de los delfines: muchas prolongan la lactancia hasta quedarse embarazadas de nuevo lo que suele producirse a los tres años. Me empecé a sentir menos bicho raro. Nuestros bebés nacen a medio hacer, eso es algo que salta a la vista, basta comparar un potrillo con cualquier retoño humano, y sin embargo los animales no tienen esa prisa por destetar. Ayer, cuando aún estaba releyendo esta entrada, leí una entrevista a la antropóloga Kathy Dettwyler quien concluyó con sus estudios que la edad «natural» para el destete humano según diferentes variables (tamaño al nacer, aparición de la dentadura definitiva, madurez sexual, etc) estaría entre los dos años y medio y los siete (5). Casi nada.
Nosotros tenemos toda una serie de condicionantes propios y ajenos, que hacen que no prestemos oído a los instintos.
No sé cuando acabará nuestra lactancia, sólo sé que ese espacio de complicidad, de alimento, de refugio, de consuelo, vale todos los mordiscos, todas las críticas, todas las faltas de comprensión, porque eso es sólo cosa de dos. Así que como dice la OMS, hasta que sigamos estando cómodas las dos.
Referencias:
(1) Web de la OMS: http://www.who.int/topics/breastfeeding/es/
(2) La leche humana, composición, beneficios y comparación con la leche de vaca. Extraído y adaptado de Manual de Lactancia para Profesionales de la Salud. Comisión de Lactancia MINSAL, UNICEF. Editoras C Shellhorn, V Valdés. Ministerio de Salud, UNICEF, Chile 1995. Visto en: http://www.unicef.cl/lactancia/docs/mod01/Mod%201beneficios%20manual.pdf
(3) http://www.infosalus.com/mujer/noticia-leche-materna-compone-20170417081832.html
(4) http://albalactanciamaterna.org/lactancia/tema-4-cuando-los-ninos-crecen/crisis-o-brotes-de-crecimiento/
(5) https://m.bebesymas.com/lactancia/la-edad-natural-del-destete-va-de-los-2-anos-y-medio-a-los-7-anos-entrevista-a-la-antropologa-kathy-dettwyler
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